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La inclusión, la más damnificada por el COVID-19 en América Latina

  • De acuerdo con un informe de la CEPAL, las personas discapacitadas en la región han visto empeorada su situación a nivel educativo, laboral y sanitario.
  • Eduardo Frontado Sánchez, experto en temas de inclusión, asegura que la sociedad latinoamericana superará con creces los retrasos ocasionados por la pandemia.

Colombia, 23 de marzo de 2021. Ante la emergencia sanitaria y social generada por la pandemia a nivel global, las personas con discapacidad y sus familias, que ya se encontraban entre las más excluidas y vulnerables en América Latina, han visto empeorada su situación.

Así lo revela un informe de la CEPAL, titulado: “COVID-19 y las personas con discapacidad en América Latina”, que busca establecer una revisión concisa de las respuestas al COVID-19 en la región y analizar su alcance en relación con la protección de los derechos humanos de las personas de esta población.

De acuerdo con el Informe, los efectos de la pandemia generaron importantes retrocesos en los tímidos avances en inclusión social y el efectivo acceso a derechos de las personas con discapacidad; exacerbando un número importante de inequidades y desventajas preexistentes que son parte de la experiencia cotidiana de las personas con habilidades especiales en América Latina y el Caribe.

Los escenarios más críticos durante la pandemia, y en donde se evidenciaron mayores retrocesos con respecto a años anteriores, fueron en educación, salud y empleo.

  • Educación:

Según UNICEF (2018), se estima que 7 de cada 10 niños y niñas con discapacidad no tienen acceso a la educación en América Latina y el Caribe, lo que representa 6,4 millones de niños y niñas. Un contexto que se vio fuertemente agravado por la pandemia, debido al cierre de escuelas y también a la ausencia de condiciones adecuadas para implementar programas de educación en línea.

De acuerdo con Eduardo Frontado Sánchez, experto en temas de inclusión para personas con habilidades distintas, una de las mayores barreras que dificulta el acceso a la educación por parte de esta población durante la actual crisis, es la precaria infraestructura digital con la que cuentan la mayoría de los países de la región, sumado a la falta de propuestas inclusivas en materia de educación, incluso, antes de la emergencia sanitaria generada por el COVID-19.

“La implementación de la tecnología, acompañada de un buen programa educativo de carácter inclusivo, es la respuesta para romper esa barrera existente. Pues, en definitiva, si la tecnología para las personas mal llamadas regulares les hace la vida más fácil, para las personas con discapacidad, como yo, la tecnología hace las cosas posibles”, enfatiza Frontado.

Otras de las barreras educativas que recoge el Informe son: la escasez de materiales educativos accesibles, la falta de conocimiento por parte de los docentes sobre tecnologías de apoyo para la educación inclusiva y la ausencia de adaptaciones curriculares según las necesidades educativas de los y las estudiantes con discapacidad.

  • Salud:

Si bien a la fecha no existen datos concretos que permitan corroborar el verdadero impacto sanitario que ha tenido la pandemia entre las personas con habilidades distintas, muchas de las preocupaciones expresadas durante este contexto por los gobiernos de la región, como, las agencias de cooperación y las organizaciones sociales vinculadas a la discapacidad, dan por hecho un empeoramiento de la situación tanto en el acceso a servicios y medicinas como en la atención ambulatoria y de rehabilitación por parte de esta población.

Una percepción que también comparte Eduardo Frontado, para quien las restricciones en materia de movilidad en América Latina han significado -más que un confinamiento obligatorio- la imposibilidad de asistir de manera presencial a terapias y otras actividades físicas y/o mentales necesarias para mantener una buena calidad de vida. “El confinamiento como tal no representó o representa un trauma para mí, pues de hecho las personas con cualidades distintas, en la actualidad y antes de la pandemia, hemos aprendido a vivir con severas restricciones de movilidad y accesibilidad. Pero lo que sí ha agravado nuestra situación es la limitación y/o restricción en el acceso a la mayoría de los servicios sanitarios que necesitamos por miedo al contagio, específicamente, la imposibilidad de realizar nuestras rutinas de ejercicios, sesiones de terapias y otras actividades médicas recomendadas”.

  • Empleo:

De acuerdo con la CEPAL, desde los primeros días de la pandemia pudo establecerse que el empleo sería una de las áreas en las que se percibiría un fuerte impacto sobre la situación de las personas con discapacidad, tomando en cuenta que en general estas tienen un vínculo muy débil con el mercado laboral formal y que su frecuente inserción en el sector de servicios y en la informalidad las deja expuestas a la inmediata disminución de la demanda en casi todos los casos.

De hecho, un estudio elaborado por la firma HAYS, reveló que en 2020 la prioridad de los programas de inclusión en las empresas a nivel global cayó sustancialmente en solo dos años, pasando de un 51% en 2018 a un 45% en 2020. Una estadística que se refleja también en Colombia, en donde antes de la pandemia, se habían generado 4.367 puestos de trabajo formales para personas con habilidades distintas (la mayoría empleadas por el Estado), de acuerdo con cifras del DANE.

En cuanto a América Latina, las personas con discapacidad se encuentran en una situación estructural de desventaja y enfrentan barreras que en el contexto de la pandemia dificultan aún más sus posibilidades de tener empleo, desarrollar emprendimientos o avanzar en su actividad profesional y/o productiva.

“Los confinamientos generados por la pandemia han debilitado seriamente el tejido productivo de los países de la región, generando un recorte significativo en los programas de inclusión laboral de las empresas -particularmente de las PYMES-. Sin embargo, confío en que superaremos con creces los retrasos ocasionados por el COVID-19, no solo porque la sociedad ha podido comprobar en los últimos años los enormes beneficios que trae la inclusión, sino porque quedó en evidencia el poder que tiene la tecnología para ayudarnos a superar situaciones extremas como una pandemia, pudieron ser la población con habilidades distintas una de las más beneficiadas por este incremento en el uso de herramientas tecnológicas aplicada al estudio, trabajo, etc.”, aseveró Eduardo.

Aunque de manera tímida y dispar, algunos países de la región han comenzado a ensayar medidas de respuesta a la crítica situación que enfrentan sectores importantes de esta población a causa de la pérdida de las fuentes laborales y disminución de la actividad económica.En Colombia, por ejemplo, se ha procurado incluir a los trabajadores con discapacidad en las medidas tomadas para todos los trabajadores en caso de quedar desempleados, manteniendo el acceso a salud, el ahorro previsional, subsidio familiar y el acceso a servicios de intermediación y capacitación laboral. Durante este periodo, la Consejería para la Participación de las Personas con Discapacidad que lidera Jairo Clopatosky, apoyó a 1.470.000 personas con cualidades distintas por medio de subsidios o auxilios, detectando también a la población que está en zona rurales y no tiene acceso a los programas del gobierno, la cual sobrepasa las 500.000 personas.  

En síntesis, la población con discapacidad de América Latina y el Caribe es altamente vulnerable a los impactos sociales y económicos de la pandemia del COVID-19, debido a los desafíos estructurales preexistentes como su situación de pobreza y las profundas desigualdades que les afectan en todos los ámbitos. Por eso, fortalecer las acciones universales garantizando la visibilidad y no discriminación de la población con habilidades distintas, apalancadas en una mayor recopilación y sistematización de datos, resulta imperativo para amortiguar no solo los efectos negativos de la pandemia en esta población, sino, fundamentalmente, “para garantizar la verdadera inclusión dentro de la trama social y productiva, como único medio para lograr el bien común”, de acuerdo con Eduardo Frontado.

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Eduardo Frontado Sánchez es Licenciado en Comunicación Social, con Mención en Comunicaciones Publicitarias, de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) de Caracas, Venezuela. Además, tiene una Maestría como Especialista en Desarrollo Organizacional de la misma alma mater. Al nacer, fue diagnosticado con parálisis cerebral, enfermedad que no le impidió disfrutar de una vida digna y de una educación de calidad. Por el contrario, se convirtió en una motivación para salir adelante y desarrollarse profesionalmente, al punto de que hoy en día es un reconocido conferencista y motivador en su país, donde ha trabajado para algunas de las más importantes empresas en las áreas de adiestramiento y selección de personal, consultoría organizacional, mercadeo y administración. Convirtiéndose en todo un referente en temas de inclusión laboral para personas con discapacidad. “El ser humano debe ser del tamaño de sus sueños. La clave de éxito de las personas debe ser siempre buscar oportunidades hasta en las adversidades”.

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